martes, 19 de mayo de 2009

La mamá de Mauri prefería la "Kenwood" y la mía el libro de Doña Petrona

Que éxito el de Doña Petrona, edición 101, se ve que era popular la Doña....para 1999 se habían vendido 3 millones de ejemplares. ¡Un acierto editorial! Junto con la Kenwood que quería la mamá de Mauri. Las minas querían dejar de batir a sangre, les quedaba le brazo acalambrado. ¿Nunca los pusieron a batir claras, la mezcla del bizcochuelo, los huevos con azúcar, con el pretexto que usaba la vieja de "ayudala a mamá"?
Pero Megafón soñaba con otras cosas, ni con la cocina ni con las recetas de cocina, puajjj! diría Mafalda. Para esas cosas estaba la vieja.
Nosotros soñabamos con mundos nuevos, mientras comenzábamos a recorrer nuestros amores púberes, nuevitos, desenfadados, dulces como los ojos de MarioBenedetti. E inquietos leíamos, salíamos a las calles tumultuosas, escuchabamos mensajes y discursos a escondidas. Parabamos las orejas atentos a los "viejos" -como les decíamos- que nos contaban historias de militancias, persecusiones, resistencias. Y volvíamos a los libros, entre ellos los de Perón -para entender mejor a los viejos y a la calle revoltijeada, para atajar las discusiones en la Universidad, para conversar y discutir en los cafés y en el club del barrio. Megafón lo hacía en la Unidad Básica Evita Montonera, allá en Villa Elvira, en La Plata, junto con el Hippie y el cumpa Daniel.
Y entre la revolución argelina, el Che y Fidel, Evita Montonera, Viva Peron Carajo, el Luche y Vuelve, Megafón llevaba en la mochila a JuanAngel y su cumpleaños, de a ratos leía Gracias por el Fuego, fue al cine a ver La Tregua, los Montevideanos conmovían el cuore de Megafón....esa manera de hablar de los yorugas, el paisito... Ese paisito de Artigas, de los Tupamaros, del Cielito de los Tupamaros, el de Raúl Cendic.
Una cumpa cubana escribió: Para Mario Benedetti, la poesía es “un altillo de almas”, un “tragaluz para la utopía” y “un drenaje de la vida/ que enseña a no temer a la muerte”; quizá por ello, Joan Manuel Serrat, Daniel Viglietti, Pedro Guerra, Rosa León, Juan Diego o Nacha Guevara fueron algunos de los cantautores que le pusieron música a los versos del uruguayo.
Palabras, textos, música, canciones, pensamientos... era un mundo de ideas compartido, un horizonte de utopías, una revolución soñada, los ojos abiertos del Che. Las palabras de Mario Benedetti confluyeron en ese mundo, atravezaron nuestros ojos y nuestros amores, penetraron nuestros oidos y nos llegaron al corazón. La utopía revolucionaria.
Mientras tanto la vieja de Mauri esperaba su Kenwood y la de Megafón ojeaba el libro de Doña Petrona buscando recetas para cocinarle a la familia y pensaba inquieta dónde estaría su hija que últimamente andaba con papeles escondidos y direcciones ocultas, y hasta ella se ocultaba. Esas madres como las madres que trazaron un surco y sumaron una utopía en la Plaza de Mayo.
“Son exactamente las once menos cinco cuando suena el disparo y el vidrio de la bandera se hace añicos a menos de dos metros de Marcos dormido. Abundantes puteadas a nivel de susurro. Con el segundo tiro todas esas hasta poco antes enhiestas jirafas se transfoman en planísimos lagartos (pero hay una brutal hermosura en esta alfombra de cuerpos tendidos a la buena de Dios). - Te siguieron, tarado - dice Luís Ernesto brutalmente a Agustín. - Te siguieron, botija - le dice suavemente Marcos y sonríe con resignación. Como los albañiles se pasan los ladrillos ellos se pasan las armas (y la de Juan Angel pesa como él jamás imaginó que pudiera pesarle) y ex Osvaldo decide que éste es el momento de jubilar para siempre a su ex narciso, aunque no sin antes maldecirse por haber ahorrado inútilmente el semen fructuoso y no haber besado más muchachas en la edad en que nada hay tan importante como besar muchachas y recordar de pronto falsas maravillas tales como malvones diávolos picaflores mecanos ombligos pipas sanguijuelas alicates pirañas gramófonos candiles y otros infantiles motivos de estupor que el tiempo del adulto desprecio se encargaría luego de poner en su sitio. Acabo de descubrir que hace por lo menos tres minutos que no tengo miedo.
Vos sabías de que hablabas, Mario Benedetti, gracias.
Chau cumpas, ustedes saben de que hablo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El título nomás es una declaración de identidad y de formación.
No he sabido apreciar la obra de Benedetti por tener gustos literarios distintos, pero yo tambien lo he querido recordar como hombre, como artista popular, no de los que viven en su burbujita palermitana, sino los que se juegan la vida.

Sí: sé de que hablás.
Y dejame abrazarte, M.
(vine por tu intervención en P.K. Brillante. Aquello de "ahora, todos unidos, tirando para el mismo lado". Así mu gusta a mí tambien.
Un besazo.

Coco Plaza dijo...

Guarda...¡Qué "postazo"!
sos bien definida como las minas platenses que arrastraron la lucha y la identidad peronista de las utopías a realizarse; como lo soñaba Evita y el Gral. Donde aún se persiste en el vuelco fortuito de "todos unidos triunfaremos"; del vuelco que se aproxima para que la revolución se concrete, aunque sea en cuotas.
Que la platense que mamó aquellos aires y que hoy nos referencia desde la Presidencia, que de seguro usó la Kenwood y leyó algo de Dña. Petrona a disgusto, nos arrime una cuota bien grande de la revolución inconclusa; con un proyecto nacional hacia la victoria final.