martes, 25 de noviembre de 2008

Con las mejores intenciones...

El Diario La Nación y
LA IDEOLOGIZACIÓN
DE LA POLÍTICA
Existe una cierta tendencia en la militancia política que acompañan al proceso revolucionario que está llevando adelante Néstor Kirchner a ideologizar la política. Es decir para enfrentar la reconstrucción de esta Argentina y la consecuente felicidad del pueblo, se hace imprescindible tener una ideología que sustente dicho propósito, pero esto debe hacerse a través de la política. Y no al revés. Cuando estamos poniendo primero la ideología y después la política, realizamos en verdad ideologismo. Anteponemos la idea que da sentido a la acción a la acción transformadora misma. Cada acción del hombre, del militante encierra, contiene, una ideología. Basta leer los consecuentes por excelencia en esta materia: Diario La Nación, para comprobar lo que estamos afirmando. En cada frase, en cada nota, en cada título de cualquiera de sus páginas, comenzando por la primera, tienen un profundo contenido ideológico implícito. Más allá que estén hablando de educación, de lo que hizo Kirchner, de los empresarios, los trabajadores, la Iglesia ,los piqueteros, o de la política internacional. Siempre el trasfondo es notoriamente ideológico, sólo que “el envase” es absolutamente acorde al tema en cuestión. Esto realiza el enemigo manifiesto del Presidente Kirchner desde antes que éste asuma su gobierno, allá por el 2003, ya le auguraban poco tiempo en el gobierno. Veamos un ejemplo ahora para nuestra práctica militante. Si estamos realizando una alianza, lo principal es que los aspectos, puntos de acuerdo que previamente hemos definido como fundamentales, salgan lo más parecidos a lo que pensamos preliminarmente. Y no que figure una declaración de principios, ideología, enunciaciones teóricas etc. que seguramente mostrarán nuestra erudición pero no aporta al cumplimiento de los puntos esenciales. Perdemos el objetivo de transformar la realidad como prioritario y ponemos en verdad primero lo ideológico. El pueblo, la comunidad se mueve detrás de cosas concretas, materiales, palpables: comida, casa, ropa, calle arreglada, agua, fiesta, baile, trabajo, estudio. Construir poder popular con políticas que impliquen representatividad, es el desafío. Esta es la cuestión a resolver: LA REPRESENTATIVIDAD POLÍTICA. Es medular si queremos construir poder popular legítimo. La representatividad política tiene que ver con dilucidar cuales, cuantos, en donde, en qué tiempo, están las mayores necesidades y aspiraciones de la comunidad. Esto es la política en realidad, lo demás es politiquería. Si no alcanzamos la representatividad del pueblo habremos recorrido un camino de buenas intenciones, de declamaciones, de correlato con ideas, con ideología pura, pero a no dudarlo, no habremos sido capaces de ser los mejores interpretes de las aspiraciones de la comunidad. Los representantes de las necesidades populares. Lograr la representatividad política es imprescindible para alcanzar los objetivos perseguidos por quienes buscamos ser legítimos y dignos militantes transformadores de esta realidad imperante. Porque si exclusivamente nos ocupamos de ganar una interna bajo cualquier circunstancia y con cualquier alianza, sin tener en cuenta el proyecto político que represente las aspiraciones populares, seguramente seremos “los más buenos entre los malos”. Aprendamos del Diario La Nación, que tiene siempre presente la Ideología, sin olvidar lo táctico y adaptando aquella al accionar cotidiano: La Ideología es estratégica, la política son los hechos cotidianos vistos con el tinte ideológico. Fuente: el diarito de Mar de Ajó, Silvio Bageneta

1 comentario:

Anónimo dijo...

"Es decir para enfrentar la reconstrucción de esta Argentina y la consecuente felicidad del pueblo, se hace imprescindible tener una ideología que sustente dicho propósito, pero esto debe hacerse a través de la política. Y no al revés.

Cuando estamos poniendo primero la ideología y después la política, realizamos en verdad ideologismo. Anteponemos la idea que da sentido a la acción a la acción transformadora misma."


A mi entender, aquí hay una metida de pata descomunal: Estás confundiendo "política" con "partido". A partir de mi ideología, yo hago política desde hace 30 años. Pero no estoy afiliado a ningún partido (p.e., PJ)

Reformulados los términos, entonces, esta política que descansa en una cierta y determinada ideología, debe materializarse en las urnas primero, y en la gestión después, a través de un partido.

Y ése es el problema de un partido a-ideológico como el peronismo, que puede servir tanto para privatizar como para estatizar; para indultar como para anular los indultos. Arma, rosquea, construye poder territorial, pero al final puede salir tanto para un lado como para el otro. Tiene el poder, pero no sabe para qué usarlo. O bien carece de una ideología, o bien tiene demasiadas, y encima, opuestas. Es todo. Y es nada.

Por lo tanto, ya desistí de intentar entender al peronismo, así como a los gorilas. Es así y punto.

Pero por el otro lado, privilegiando de mi parte tanto lo político/ideológico (estrategia) por encima de lo partidario (táctica), si mi país se torna facho como pareciera, desde lo partidario quisiera perder. No quiero ser el rey de los fachos.

En un país así, quiero ser el último cartonero. No aspiro a representar cualquier cosa, por el mero hecho de representarla. Si el grueso social quiere ser menemista, yo no quiero serlo. Quiero estar bien lejos de la punta de esa pirámide, hasta que las cosas cambien. En ese contexto, quiero perder, no ganar.