lunes, 12 de julio de 2010

UTPBA. DE ASAMBLEAS, GREMIOS Y TRABAJADORES


Che cumpas, al Comando Megafón le vienen llegando a su correo mensajes de cumpas de la UPTBA que están cabreros con la última asamblea y también de cumpas que se están organizando en otro espacio, como se dice ahora.... El Comando sabe que hay problemas por todas partes en los gremios, es natural diría el General Perón,  hay problemas que vienen de lejos, planteos diferentes, peleas, diferencias ideológicas y no tanto, etc. etc. Pero parece que ahora en el gremio de los periodistas se desató el quilombo!!!

Y bueno, pasa que cuando las conducciones se hacen de mármol, las bases protestan y empujan para llegar a los lugares donde se cortan los bifes. El Comando Megafón siente que es uno de esos momentos. Por eso decidió hacer público entre los cumpas uno de tantos mensajes que recibió.

Este es el mensaje de una cumpa, se llama Irene y es delegada gremial del diario La Nación. Qué lo parió...justo el diario de Mitre!!!!. Las minas suelen tener el bocho bien aceitado y equilibrado, por eso bien vale la pena escucharlas un cacho. Ahí va:

Desde el martes 29 a la noche intento una y otra vez poner en palabras lo que vi, oí, sentí… y van… Desde esa noche de junio, esa noche de martes, busco en mi cabeza las coordenadas para entender donde estamos parados ahora.

No era mi primera asamblea en el gremio de prensa; desde la anterior calculo que pasaron unos 27 años, poco más, poco menos. 

De aquella me queda un recuerdo impreciso: calles oscuras (pudo ser en el microcentro o en Monserrat). En una esquina, o ahí nomás de una esquina. Las escaleras de mármol negro, como el frente del edificio. Pisos de madera, techos altísimos. Ésta o cualquier otra descripción valen porque el recuerdo es más una sensación que una imagen. Llegábamos de a dos, de a tres. Seguro que fui con mi hermana mayor y con Cástor, por esa época andabamos siempre juntos. Seguro que ahí nos encontramos con sus ex-compañeros del grafotécnico: los Néstores, Andrea y Carlitos Comparato. Debía ser por el 83 o el 84, deduzco, porque el clima era de ilegalidad, de cosa secreta, de militancia en las sombras. 

La UTPBA era por entonces una utopía. Creo que también estaban los dos Juan Carlos, también Daniel, Héctor y Lidia. Tal vez todos o tal vez sólo alguno de ellos.
El clima –me refiero al humano– era fraternal, cálido. Estábamos ahí para recuperar espacios perdidos. La dictadura nos había arrebatado todo o casi, y cada uno de nosotros intentaba construirse o reconstruirse como mejor podía. En cuanto a lo colectivo, el gremio era un buen lugar para empezar.
Esa asamblea debió ser un primer encuentro, o uno de los primeros, para unir voluntades. De mi parte, poco y nada, apenas una testigo más de aquel momento.


Más tarde participé en la convocatoria para investigar y escribir lo que después fue el libro “Con vida los queremos”, trabajo que coordinó Néstor Restivo desde la flamante Secretaría de Derechos Humanos (pionera en este tema en el sindicalismo argentino). 

Ya era la UTPBA y era la democracia, pero el miedo teñía nuestras reuniones; los milicos todavía eran fuertes, los fantasmas del terror seguían presentes. 

En el reparto de tareas me tocó bucear en la vida de Claudio Ferraris. Todavía lo llevo puesto, con sus 21 años, con sus poemas. Todavía percibo el dolor de su tío psicoanalista que no se perdonaba ¿qué? el haberlo querido demasiado. Yo hacía esta tarea sin siquiera estar afiliada,  pero la Utpba era una casa inmensa donde había lugar para todos. Para mí, que empezaba a diagramar en editoriales chicas, era un lugar de referencia donde algunos amigos mayores batallaban la cuestión gremial.

De esos recuerdos salto a este presente. La Asamblea del 29 es como un cortocircuito en mi cabeza. Debería haberlo sabido; lo vivo hace 16 años laburando en el diario La Nación, y hace 3 años lo padezco como delegada: la conducción de la UTPBA está sumida en una inmensa nada. Autista, se armó un discurso que justifica el abandono de la lucha ahí donde a diario se enfrentan trabajadores y poderosas patronales. Los patrones, fortalecidos por la ausencia de sindicato, los trabajadores huérfanos de la organización que nos ampare, peleando día a día como podemos.

¿Cómo explicar lo que esto significa en términos de cotidianeidad, con la perdida de los derechos consagrados por ley por nuestro estatuto, con el avance que las empresas monopólicas realizan sobre los trabajadores a expensas de las nuevas tecnologías y las nuevas plataformas de la comunicación sin que haya una voz fuerte de los laburantes para discutir el cambio? Sólo quienes lo vivimos a diario sabemos los costos que vamos pagando por esta orfandad, cómo se va deteriorando nuestra calidad de vida en un goteo casi imperceptible pero constante.
¿Elite? Somos trabajadores que fuimos adaptándonos a los tiempos para poder llevar el mango a nuestros hogares. Transitamos como pudimos los 90 y seguimos peleandola día a día para no quedarnos afuera de lo que sólo es una vida digna. Y el sindicato ausente.
¿Elite? Casi desaparecidas por completo las 36 horas de convenio, multiplicamos nuestras tareas hasta lo que el cuerpo y el espíritu banquen. En las redacciones se replican los casos de estrés, ataques de pánico, de angustia. Y el sindicato ausente. 

¿Elite? En las grandes empresas la discusión salarial es nula o a lo sumo una farsa donde las patronales bajan la cifra que mejor les cuadra para mantener intactas sus ganancias a costa del achicamiento del poder adquisitivo de los trabajadores. ¿Y el sindicato dónde está?
¿Elite? Las grandes empresas están en plan de achique y ningún trabajador está exento de quedar en la calle de un día para otro. 

¿Y el sindicato dónde está?
Con nosotros, con los trabajadores, seguro que no.

Así que sí, debería haberlo sabido. Me viene a la cabeza la frase "cuando no se vive como se piensa se termina pensando como se vive". Para justificar lo que se ha transformado en el medio de vida de una dirigencia atornillada a sus asientos desde hace 26 años cualquier método es válido: apodarnos, tildarnos de, poner palabras en nosotros que nunca pronunciaríamos, arrebatarnos el derecho a una representació n real a los trabajadores de prensa moviendo un aparato que ni siquiera es propio, mentir sobre quienes somos, desconocer a los delegados. 

Esta es la paradoja del gremio de la comunicación, que inventa realidades en vez de describirlas. Es probable que lo hagan convencidos de su verdad, que crean que esa realidad que se construyeron y en la que viven es la que vivimos todos. Les cuento que no, que la realidad es múltiple, que sería bueno que se sacasen las anteojeras y nos mirasen a los trabajadores como lo que somos: seguro que no el enemigo, seguro que no una elite, seguro que sí laburantes que la yugamos a diario  como cualquier hijo de vecino y que, más allá de la ideologías que cada uno tenga, transitamos esta misma realidad.


Hace poco más de ocho meses me encontré con Néstor Piccone. Una cita que se posponía a instancias de los avances de la Ley de Medios en el Congreso. Él se llevó mi relato, se comprometió a hablar con algunos compañeros históricos y dijo que después me llamaba, a ver como seguíamos. El runrún era el mismo en todo el gremio –hablo del gremio real–: se hacía cada vez más necesario recuperar el sindicato para los trabajadores reales: efectivos, colaboradores, factureros, tercerizados, los que hacemos el gremio, los que somos el gremio. Pensé –tal vez me llame la semana que viene o la otra– pero fue al día siguiente. La voz en el teléfono transmitía alegría: “Los compañeros con los que hablé dicen que hay que recuperar el sindicato. La idea es crear una agrupación. Tenemos que juntar un grupo, cinco, diez, lo importante es el compromiso”.

Yo quedé en llamarlo a Restivo. También me comuniqué con Tato, de Página 12. Se sumaron además Facundo, otro delegado de Página, Magrone, de DyN, Marina, el Darta y Pascual, compañeros de Télam, los dos últimos y Daniel de NA tambien como integrantes de la conducción de ARGRA, flavia de Canal 13 y algunos compañeros de Clarín desilusionados de la UTPBA tras el conflicto del 2000. Todos ellos venían conversando en paralelo acerca de la misma necesidad de construir una herramienta nueva para rcuperar el gremio. Mis compañeros de interna del diario La Nación apoyaron este proyecto desde el primer momento.

Todos ellos venian conversando en paralelo acerca de la misma necesidad de construir una herramienta nueva para recuperar el gremio. Mis compañeros de interna del diario La Nación apoyaron este proyecto desde el primer momento. 

La Gremial nació en el bar La Puerto Rico el mediodía del 10 o 17 de diciembre pasado. Delegados de algunos medios, militantes y ex dirigentes de la UTPBA expulsados, explicita o tácitamente, nos encontramos para fundar una alternativa nueva, todavía no tenía nombre, para el gremio de prensa. Nuestro objetivo: una UTPBA que nos represente, que llame a paritarias, que intervanga en los conflictos a favor de los trabajadores, que organice comisiones internas donde no las hay, que respalde a las existentes y que nos ayude en la árdua tarea de desterrar el miedo que instalaron en las redacciones los malos tiempos.

Seis meses después se realizó la asamblea para elegir junta electoral. Lo que allí ocurrió lo han relatado muy bien otros compañeros (ver www.lagremialdeprensa.com.ar).


A los que tuvieron que enfrentarse con el recuerdo de tiempos mejores, a quienes esta asamblea parecía cuestionarles buena parte de su historia, les agradezco el coraje, la valentía y la decisión. Había que estar ahí bancándose el desplante de viejos compañeros de ruta. Pero también había que ir a ver, a constatar, a desplegar nuevas herramientas, a hacer público y visible el cuestionamiento. A los que no nos entienden, les digo que la perspectiva para los que ustedes llaman "elite" es bastante oscura si no se produceun cambio en la política que lleva adelante la UTPBA. A los nuevos, o como si lo fuesemos, a todos, este es el espacio de lucha, el que debemos reivindicar como propioi: la UTPBA, y La Gremial nuestra alternativa.


A pelear por las representaciones genuinas, las que laburan codo a codo con los cumpas, las que los representan día a día por eso agiganta la democracia. Chau cumpas y Viva Perón carajo!!!



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