“Las muchedumbres agraviaron el buen gusto y la estética de la ciudad, afeada por su presencia en nuestras calles. El pueblo las observaba pasar, un poco sorprendido al principio, pero luego con glacial indiferencia”. Diario Crítica, 18/10/45
"Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de la Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de automóviles, la hilandera y el peón."
"Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nueva idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulos. Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón." Raúl Scalabrini Ortiz
Ahora, hoy 29 de octubre de 2010 la escena es casi parecida. Y no es Perón, es Néstor. O mejor, como lo bautizó el cumpa Derek: es Néstor Perón.
El subsuelo de la patria sublevada ocupó otra vez, como aquella, la Plaza de Mayo. Hizo interminables colas durante larguísimas horas para saludar al hombre que le devolvió la esperanza y la dignidad. Llegaron a Buenos Aires desde distintos lugares de la Patria para el adiós a Néstor.
Las cámaras de televisión registraron a mujeres con niños, hombres, una multitud de jóvenes -igual que en aquel 17 de octubre-, todos con lágrimas en los ojos se expresaban con gestos de fuerza para Cristina.
Los jóvenes ofreciéndose a Cristina, que cuente con ellos, le entregaban su corazón y sus ganas de liberación. Todos los colores de piel desfilaron delante del ataúd de Néstor, que Cristina por momentos acariciaba amorosamente cubierto con pañuelos de las madres, objetos, banderas, flores que le entregaban. Los laburantes con sus cascos, las madres agradeciendo la asignación universal por hijo, las viejitas que recibieron su jubilación cuando ya habían perdido toda esperanza, todos estuvieron en la despedida.
El Comando Megafón sabe que esta demostración, como aquella, es una sorpresa y una molestia para los gorilas. Tratarán de explicarse tanta manifestación desprolija. "Ya se les pasará" dirán. Pero esto no pasará, todo lo contrario, avanzará el proyecto que sembró Néstor y que continuará Cristina con el apoyo del pueblo que manifestó su dolor en todo el país.
Ahora Néstor se va para su descanso final en Río Gallegos. Sabía que no podía hacer esfuerzos y sin embargo los hizo. Prefirió vivir en la militancia y morir en ella. Los dos, Cristina y Néstor lo sabían. El pueblo no lo deja ir. Tocan el auto fúnebre que no puede avanzar, caminan a su lado. Sucede como a Néstor le gustaba, andar en medio de los cumpas, abrazarlos, besarlos. Hoy recibe como en un espejo todo el amor que entregó.
Muchachos, otro subsuelo de la patria, otro 17 de octubre. Pero las mismas banderas.
Néstor, hiciste lo que tenías que hacer, sencillamente peronismo, te paraste al lado de los humildes, de los laburantes, de los pobres y marginados.
Hasta siempre compañero Néstor. Hasta la victoria. Viva Perón carajo!
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1 comentario:
La puta madre, me hiciste llorar "como una mujer" otra vez, estoy hecho hilachas.
Yo sabía que no tenía que leerlo.
abrazo, carajo
\P/
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